Historia General del Pueblo Dominicano Tomo VI
714 El arte dominicano en el siglo XX N otas 1 Ver Aida Cartagena Portalatín, Galería de Bellas Artes , Santo Domingo, 1963. 2 Ver Arte dominicano: pintura, dibujo, gráfica y mural , vol. IV, Santo Domingo, 2001. 3 No es sino hasta 1942, cuando la enseñanza de las artes plásticas en la República Dominicana reunirá el carácter completo de un pensum académico, con la fundación de la Escuela Nacional de Bellas Artes. 4 Las ideas positivistas, que negaban la especulación y jerarquizaban la práctica y la inves- tigación, fueron difundidas por el educador puertorriqueño Eugenio María de Hostos, quien vivió en la República Dominicana en tres ocasiones desde 1875 a 1876; de 1879 a 1888 y desde 1900 hasta su muerte en 1903. 5 En 1921, Domingo Moreno Jimenes, Andrés Avelino y Rafael Augusto Zorrilla fundan el movimiento poético denominado Postumismo que disputa la primacía del versolibrismo en la poesía dominicana a otro movimiento denominado Vedrinismo, cuyo sustentador, Vigil Díaz, ya había publicado versos libres en 1917. Nuestra acepción de arte moderno parte de mediados del siglo xix , en la secuencia impresionismo, cubismo, abstracción. Ver David Sylvester, Arte moderno. Del fauvismo al expresionismo abstracto . Las bellas artes , t. VIII, México, 1978. 6 «La exposición de Yoryi Morel en Santo Domingo en 1932, en el Club Nosotras, es con- siderada [...] como uno de los hitos en el arranque, en el entusiasta punto de partida del movimiento pictórico dominicano que alcanza a nuestros días», Emilio Rodríguez Demorizi, Pintura y escultura en Santo Domingo , Santo Domingo, 1972, p. 119. 7 «Su arte pasó por tantas fases como el de un Diego Rivera, creando un lenguaje perso- nalísimo mediante su asimilación y reformulación de una gran variedad de fuentes de inspiración [...] Experimentó con éxito un estilo relacionado con el cubismo y transformó sus afinidades por los puristas (como Leger, Ozenfant y otros) en una forma de expresión austera, lisa y elegante [...] En sus cuadros se encarnan los misterios y las inesperadas yuxtaposiciones de De Chirico y el clasicismo refinado de algunas de las obras de Picasso de los años veinte y treinta [...]» Edward J. Sullivan, «Encrucijada dominicana» en el catá- logo Modern and Contemporary Art of the Dominican Republic , New York, 1996, p. 139. 8 Darío Suro, Arte dominicano , Santo Domingo, 1969. 9 Ver Vicente Llorens, Memoria de una emigración, Santo Domingo, 1939-1945 , Barcelona, 1975. 10 En este sentido Eugenio Fernández Granell afirma: «La actividad creadora del grupo formado por los exiliados europeos y los americanos aumentó considerablemente desde el primer encuentro. La pintura y la poesía surrealistas dejaron, en este afortunado en- cuentro antillano, algunos de sus frutos mejores. Al mismo tiempo sembraron en la nueva tierra la semilla que, en el terreno del espíritu, competía en su fecundidad con los dones de la selva». «La aventura surrealista de las Antillas», en El surrealismo entre el Viejo y el Nuevo Mundo , Catálogo de exposición, Las Palmas de Gran Canaria, 1990, p. 98. 11 Ver historiadominicana.blogspot.
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