Historia General del Pueblo Dominicano Tomo VI

700 El arte dominicano en el siglo XX permanece durante tres períodos presidenciales de cuatro años cada uno (1966-1978), iniciándose el tránsito de la dictadura a la democracia. En la historia de la literatura dominicana, los años sesenta fueron esen- ciales para dar forma a una actitud de apertura que partía del rechazo al ré- gimen de Trujillo y que posteriormente fue evolucionando hacia un concepto de libertad entendida como justicia social. Numerosas agrupaciones de escritores y artistas surgieron durante esa década clave en la historia dominicana y podemos afirmar que son ellos quie- nes, a través de una actitud desacralizante y experimental, crean la zapata para los movimientos artísticos que se desarrollan en las tres últimas décadas del siglo xx . La vieja lucha por definir una identidad cambiante edificada en el trasiego y la disidencia, presentó entonces como objetivos territorio, raza, dictadura, trópico, magia… creando una amalgama que produjo trabajos di- ferenciadores, tratando de unificar los lenguajes europeos con el sincretismo blanco-negro que subyacía en nuestras conformaciones y en nuestras res- puestas culturales como conglomerado social entroncado en el Caribe. Esas propuestas permanecerían hasta la década de 1960. El ajusticiamiento de Trujillo influyó en una mentalidad general que podríamos definir a grandes rasgos como conformista y desinformada. Los extremos de una satrapía sangrienta y deleznable culminaron no solo en la decapitación del régimen, sino que sacaron a flote toda esa subyacencia que mantenía viva la esperanza en una sociedad ávida de justicia. Esta mentalidad es la que distingue la década de l960, un período de derrumbes y sepulturas, pero también de nuevas definiciones y aperturas. El concepto de identidad asume no solo la definición de hombre, paisaje y hábitat, sino la negritud y la militancia política e ideológica. Uno de los aspectos que mejor define la sociedad y el artista de esos años es la capacidad de vislumbrar alternativas; producto de esto se realizaron trabajos experimentales que ante todo querían borrar lo que oliera a pasado. En esta carrera de sustituciones necesarias, y algunas veces injustas, sur- gieron más que nunca artistas y escritores que canalizaban su urgencia de ex- presar sentimientos producidos por una realidad que demandaba posiciones extremas. Dentro de este contexto surgen trabajos inmediatistas que solo alcanza- ron el valor de incidir en el momento, pero también obras trascendentes que han pasado a la literatura dominicana como representativas de una época de cambios en todos los órdenes. La vivencia directa del drama y las exigencias de una epopeya que se vivía día a día, llevan a los escritores a tomar conciencia del pasado a través

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