Historia General del Pueblo Dominicano Tomo VI
484 Los diez años de gobierno del Dr. Joaquín Balaguer, 1986-1996 Se estima que miles de votantes fueron rechazados por no encontrarse sus nombres en la lista, o encontrarse con nombres modificados, o no correspon- derse el número de la cédula; otros miles fueron desviados a otros centros de votación que, en muchos casos, estaban muy lejanos del que tenían asignado los votantes, a veces resultando que en la nueva dirección tampoco estaban debidamente registrados. También se dieron casos de muchos nombres que no aparecieron en lista alguna. Debido a los efectos de las distorsiones que se desplegaron durante la campaña electoral, en la cual se utilizaron argumentos raciales y antihaitianos contra Peña Gómez, salieron a relucir aspectos de la situación complicada que en ese entonces se estaba dando entre Haití y la República Dominicana. El naciente «movimiento nacionalista» manejó la tesis de que el líder del PRD, por su origen haitiano, contribuiría a «unificar la isla». Es probable que al principio las denuncias fueran desestimadas por los medios, la Iglesia jerár- quica y los sectores del poder económico, pero como se evidenciaría pronto, la situación del PRD en 1994 era muy diferente a la del PLD en 1990. Por un lado, el PRD contaba con sus usuales relaciones con organizacio- nes internacionales, como la Internacional Socialista; por otro, después de las elecciones de 1990, la sociedad civil había activado la creación de organizacio- nes que se dedicaron a promover la institucionalidad y la transparencia en los procesos electorales, como Participación Ciudadana (PC) y el Grupo Acción por la Democracia (GAD), que mostraban interés en asegurar la legitimidad del proceso; y finalmente, los Estados Unidos, que habían invertido cuan- tiosos recursos en la modernización de las instituciones electorales del país, pero no aprobaban la política del Gobierno dominicano con respecto a Haití (durante el embargo declarado contra la junta militar golpista que gobernaba el mismo desde el derrocamiento del presidente Aristide en 1991), por lo que manifestaron, a través de su embajada en el país, que había fuertes evidencias de fraude electoral. Rosario Espinal nos plantea: «Al igual que en 1990, las elecciones fueron muy cerradas, con una pequeña diferencia de votos entre Balaguer (42.3 %) y Peña Gómez (41.6 %); el PLD quedó en un lejano tercer lugar. Después de varias semanas de incertidumbre sobre los cómputos finales, Balaguer fue proclamado ganador. La presión del PRD para que se hiciera un reconteo de votos, las demandas de la sociedad civil por la transparencia electoral y la presión internacional, sobre todo de Estados Unidos que había hecho una in- versión importante en el mejoramiento del procedimiento electoral, llevaron a un proceso de negociación entre los principales líderes de los tres partidos mayoritarios». 36
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