Historia General del Pueblo Dominicano Tomo VI

478 Los diez años de gobierno del Dr. Joaquín Balaguer, 1986-1996 sociales. En agosto de 1990 se arribó al Pacto de Solidaridad Económica, el cual no integró en el mismo a los sectores populares, a pesar de que en el texto escrito se hace mención de los mismos. Fue firmado por el Dr. Joaquín Balaguer y la cúpula del empresariado, y refrendado luego por la firma de los sindicatos. De este Pacto habrían de surgir, no inmediatamente sino en los años posteriores, las ideas que inspiraron la primera ola de reformas eco- nómicas de los noventa, que conllevó cambios en los sistemas arancelario y tributario y el consiguiente proceso de apertura de la economía dominicana. El Pacto no generó las políticas y acciones consignadas durante los seis meses de vigencia propuestos. Evidentemente, la parte referida a las responsabili- dades del empresariado con respecto a incrementos salariales y mejoras en las condiciones de trabajo no tuvo concreción positiva, a juzgar por lo que se vería ocurrir finalmente en ese aspecto. La firma de dicho pacto no aplacó el descontento popular y las manifes- taciones continuaron después de la asunción del poder por Balaguer el 16 de agosto de 1990. Se inició la preparación de una huelga general orientada a presionarlo para que abandonara el cargo, lo que lo indujo a hacer el siguiente movimiento: el 18 de octubre de 1990, en un discurso a la nación, hizo la promesa de que abandonaría el poder en 1992, después que se convocaran elecciones libres. Si bien este fue un momento crítico en la historia política de Balaguer, que lo mostró con mucha debilidad ante la sociedad movilizada, al final fue esta última la que mostró mayor debilidad, al no lograr la unidad e integra- ción necesarias para aprovechar el momento. Por el contrario, se invirtió un tiempo valioso en el debate sobre la posible instrumentación del proceso huelguístico y sobre si los grupos organizados debían o no forzar el aban- dono inmediato del poder por parte de Balaguer. Como resultado, el tiempo revitalizó políticamente a Balaguer, y al final la amenaza de huelga general se diluyó, lo que le abrió el campo de acción al Gobierno. Este volvió a utilizar el recurso de acusar a sectores de la clase empresarial de estar sembrando la inestabilidad mediante el tráfico de dólares. Se hizo evidente que el sistema financiero estaba al borde del colapso, y la inflación alcanzó la sorprendente tasa histórica de 100 % al final de 1990. La escasez de productos y servicios básicos —electricidad, gasolina, alimentos— y la evidente atmósfera de inestabilidad social y política que se respiraba en el país, motivaron que Balaguer accediera a escuchar, aunque con renuencia, a las instancias dirigentes del empresariado nacional sobre los problemas generados por la política monetaria y económica. La intervención del cardenal Nicolás López Rodríguez y monseñor Agripino Núñez fue clave

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