Historia General del Pueblo Dominicano Tomo VI
464 Los diez años de gobierno del Dr. Joaquín Balaguer, 1986-1996 financieras extranjeras se negaron a seguir proveyendo créditos a la República Dominicana. Este fue el preludio de un período de fuerte escasez de pro- ductos básicos, medicinas, materias primas y petróleo. La escasez de este último producto incidió en el aumento de los apagones. Aunque no era una novedad, pues desde mediados de los años sesenta se había convertido en un problema, lo cierto es que la frecuencia y la duración de los mismos en ese período superó por mucho los topes alcanzados previamente. La prensa se hacía eco tanto de las interrupciones del servicio de electricidad como de las largas filas de vehículos que se formaban en las estaciones de expendio del combustible. No sobra mencionar el hecho de que la Corporación Dominicana de Electricidad (CDE) fue puesta, al inicio del período, bajo la supervisión di- recta del presidente Balaguer, con el presunto interés de inspirar confianza en la población. Pronto se evidenció la intención por parte del Gobierno de convertir al sindicato de la empresa, Sitracode, en chivo expiatorio de la crisis del sistema. A pesar de la represión que se ejerció sobre Sitracode, anulán- dolo de hecho como agente de negociación de los intereses de los trabaja- dores de la Corporación, no hubo la mejoría esperada en el servicio. Por el contrario, el sistema terminó por colapsar cuando en 1989, de las 19 plantas generadoras existentes, doce no estaban produciendo energía debido a falta de combustible o averías. Un adicional factor irritante para la población era que, por recibir no más de dos a cuatro horas de electricidad al día, se veía obligada a pagar más que su consumo, pues en ausencia de un sistema de medición de los consumos, esto se estimaban por promedio. Este conjunto de circunstancias condujo a una situación económica y política delicada: en abril de 1990 el dólar se cotizaba en 11 pesos, fuerte escasez generalizada de bienes de consumo, pérdida del poder adquisitivo de los salarios, un empresariado hostil a la política del Gobierno. Todo ello conformaba un escenario de posi- ble victoria electoral de la oposición, capitalizando el disgusto de la población con los efectos de las políticas públicas de la administración balaguerista en ese cuatrienio. Este resultado final lo sintetiza la siguiente cita de un texto de Wilfredo Lozano: «[...] la crisis económica y social del país le impediría al ba- laguerismo en el poder activar una política económica que, a la vez que diera continuidad a los compromisos con el gran capital internacional, sobre todo en lo relativo al problema de la deuda externa, lograra restablecer espacios de legitimidad del Estado ante las masas. El resultado fue un Jano Bifronte de la política económica estatal. Por un lado, el Estado se negaba a concertar un nuevo acuerdo con el FMI que le abriera al país las puertas al crédito in- ternacional, aunque en los hechos la restricción del gasto estatal actuaba de
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