Historia General del Pueblo Dominicano Tomo VI

Historia general del pueblo dominicano 39 Por la misma causa fue designado con el cargo de embajador en Japón, Johnny Abbes García, jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM). En el marco de la aparente apertura, Balaguer prometió que la muerte de Trujillo sería investigada y los culpables sometidos a los tribunales, donde recibirían un «trato imparcial». De su parte, Ramfis convocó a los exiliados para que regresaran al país. Proclamó la entrega de ocho ingenios al pueblo dominicano, reducir el número de integrantes de las Fuerzas Armadas y re- nunciar si la OEA levantaba las sanciones. 39 Si bien la represión generalizada no quedó atrás, Balaguer procuraba de- jar a un lado los métodos trujillistas. Se presentaba afirmando que existían ga- rantías de las libertadas ciudadanas, lo que tenía el propósito de asentarse en la comunidad política nacional como la figura que sintetizaba el camino hacia la democracia. En tal lineamiento expresaba lo siguiente en correspondencia dirigida a Manolo Tavárez Justo: «No puedo desaprovechar esta oportunidad para hacer hincapié en la conveniencia de que también los dirigentes de la oposición interpongan su ascendiente sobre las masas para que se observe mayor moderación en las manifestaciones que se vienen celebrando con par- ticipación de grupos y elementos de la más opuesta ideología». 40 Planteaba una convocatoria a la conciliación de las élites para controlar las masas des- bordadas en las calles. La oposición no confiaba en la figura de Ramfis, mientras que la familia Trujillo estaba en desacuerdo con la destrujillización. Por tanto, Balaguer, como brazo político del régimen, fue cediendo a la oposición. Se presenta- ba dispuesto a gestionar la canalización de la libre acción de los dirigentes opositores, la entrada de exiliados al país, el funcionamiento de los partidos políticos y la realización de movilizaciones callejeras. Reparaba en que las protestas constituían una manifestación de desahogo de las masas pero debían dosificarse para conservar la «moderación y orden». Se exigía la ga- rantía de la estabilidad y el mantenimiento en el poder del «trujillismo sin Trujillo». Al mismo tiempo intentaba legitimar el Partido Dominicano, organi- zando mítines en diferentes localidades y eligiendo nuevos dirigentes para presentarlo como una entidad renovada y actuante en correspondencia con el devenir postrujillista. Llegó a pretender colocar esa organización en los cauces de la competencia electoral. No obstante precisó contribuir a su desaparición para validar el proceso de democratización que demandaban el Gobierno de los Estados Unidos y la oposición. Los norteamericanos aspiraban a crear un puente donde Balaguer encabezara un gobierno provisional y apoyarlo en su tránsito hacia la «democracia».

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