Historia General del Pueblo Dominicano Tomo VI

Historia general del pueblo dominicano 105 Este llamado a la liberación de los miedos recíprocos es, al mismo tiempo, una exhortación al reconocimiento recíproco de los sujetos envueltos en rela- ciones de dominación y a los de estatus diferentes. Y este emplazamiento al mutuo reconocimiento no solamente interpeló a los actores enunciados, sino que amplió el espectro a una mayor diversidad de actores: a los jóvenes, a los dominicanos y dominicanas, al introducir al sujeto mujer. Además, registró una cierta novedad en la bovarista sociedad dominicana de la época que se pretendía hispana y que no lo era, puesto que exhortaba a acabar con el miedo a todas las razas, en clara alusión a la desvalorizada población mulata, negra o mestiza. Impulsada por el Partido Revolucionario Dominicana (PRD) y su líder Juan Bosch, el alcance de la lucha política por los derechos adquiere una amplitud y profundidad mayores con la asunción del combate por el recono- cimiento recíproco, ya que este apunta a cambios de los patrones culturales institucionalizados, que he denominado la difusión de una nueva sensibili- dad social. En ambientes como el reinante en la época, predominaban —como hemos dicho— la descalificación y el desprecio a los sectores populares (in- feriores, haraganes, irresponsables, entre otras descalificaciones) que veda- ban el predominio de una ética del reconocimiento mutuo y, en consecuencia, estrechaban los cauces para la vigencia de los derechos ciudadanos, puesto que la aceptación del otro no era la de un igual, como tampoco de una igual participación en la ciudad política y el mundo social. Elaborado con un lenguaje accesible al gran público, este discurso se ase- guró de llegar a los sectores populares y de enfatizar magistralmente su idea central de aniquilar el miedo al otro, a la democracia y la libertad mediante un ícono religioso (del catolicismo y del sincretismo religioso popular) muy co- nocido: «a que nos dispongamos todos a matar el miedo, que seamos nosotros mismos el San Jorge de ese dragón». 25 Con esta alusión al ícono sobrecogedor de San Jorge enfrentándose al dragón, unía probablemente lo popular domi- nicano con su origen catalán. En esta primera alocución de Bosch al país, hubo una intelección y, a la vez, una anticipación velada. La intelección de los detonadores que azuzaban los miedos en la cultura dominicana, al reconocimiento de los derechos del otro, al reconocimiento de la diversidad, más allá del singular terror que pro- vocó la dictadura. Como también la anticipación de los riesgos del camino a la democracia y libertades públicas si esos miedos no eran desterrados, 26 como evidentemente ocurrió. Por el contrario, los miedos fueron azuzados y el pro- pio gobierno de Bosch (y la democratización recién inaugurada) terminaron, en medio de la Guerra «Fría» del «anticomunismo» y el miedo a una reedi- ción de la experiencia cubana en nuestro país, al ser presa de esos miedos e

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