Historia General del Pueblo Dominicano Tomo VI
104 Los rasgos del Estado de la posdictadura (1961-1966) dominicana. La exhortación a matar el miedo se sitúa, por el contrario, en la construcción del presente contemporáneo al discurso, según se verá en la siguiente interpretación. 20 La invitación a matar el miedo se centra en el temor recíproco que obsta- culiza la construcción de un orden democrático y se dirige, en primer lugar, a actores enlazados y contrapuestos por relaciones de dominación o poder, como también de marginación y descalificación (gobierno-militares/ pueblo ); en segundo lugar, a actores confrontados a situaciones de sujeción (opreso- res/ libertad -luchadores por la libertad). Así puede ser apreciado en la orga- nización discursiva: «emprender una cruzada […] para matar el miedo en este país, para que termine el miedo del pueblo al gobierno y a los soldados, para que termine el miedo de los soldados y del gobierno al pueblo, para que termine el miedo de los opresores a la libertad, y para que termine el miedo de los luchadores de la libertad a sus opresores». 21 La noción de pueblo en esta alocución —y en el universo discursivo boschista de la época— remite al núcleo de la democracia, es decir, a uno de los principales actores políticos conquistadores de libertades, de justicia social y derechos. Se trata aquí del temor al pueblo, sempiternamente marginado y desca- lificado por valores culturales institucionalizados, y también del temor a los otros, a la democracia y a la libertad. Pero atención, como lo recuerda Pierre Rosanvallon en una de sus obras de la trilogía sobre la constitución de la demo- cracia, este miedo al pueblo implica una doble vertiente en tanto «él amenaza al orden político al mismo tiempo que lo funda». 22 Menospreciado como popu- lacho o estigmatizado como el conglomerado que no tiene nada que perder y mucho que ganar, al movilizar al pueblo, debido a la atribución de una natura- leza levantisca, este podría desbordarse y convertirse en una ola incontenible y amenazadora del orden y las propiedades. La irrupción de las masas en la política y en las calles en el período 1961-1966, desprendidas de la voluntad fé- rrea que otrora las disciplinaba y organizaba en desfiles simétricos, provocaba ahora en las élites, cuando menos, un repulsivo desconcierto y mucho temor. El discurso de Bosch, como he comentado, suele ser autorreferencial y, por lo tanto, recurrente, así que más adelante revela, una vez más, el sentido del discurso al justificar el llamado de matar el miedo conforme a la reflexión de que el destino americano, al cual el país no debería sustraerse, es encaminarse en «el rumbo de las democracias con libertades públicas y justicia social». 23 Se trata, pues, de un ferviente llamado a liberarse de los miedos recíprocos, del miedo a los otros, al pueblo, a los soldados. El político se sitúa en la acera de los reformadores, al exhortar a los opresores a no temer a la libertad y ofrecer su concurso en la búsqueda de una «fórmula de convivencia democrática». 24
RkJQdWJsaXNoZXIy MzI0Njc3